Recrearse es perderse, precipitarse en el vacío de las horas perdidas. Como intención podría esgrimir cumplimentar diez millones de ejercicios de estilo, pero no creo que lo acabe haciendo.
Las intenciones son vagas espinas que crucifican la ya torturada moral occidental que mora en nuestro interior.
Incluso de esta manera, decido crucificarme en mi intención intencionada de acaparar el vacío de mis horas, aunando pesquisas, cosiendo palabras, o cualquier otro cliché onomástico que suponga escribir literatura barata.
Realmente escribo por escribir, sin pararme a leer, para nunca ser leído, para destrabar mi lengua y alejarla del averno, inmoral, indecente y putañero.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
corazón de melón